Todo funciona en el directo de Varry Brava

Ni uno, ni dos, todos los elementos funcionan en el directo de Varry Brava. El sábado presentaron su último disco "Safari Emocional" en la Sala B de Luz de Gas, en Barcelona. Y sin ser la sala con los medios más adecuados, demostraron que dándolo todo sólo se puede recibir una respuesta igual o superior del público. Son lo que se ve, puro espectáculo, dentro y fuera del escenario. Da gusto observarles sin la parafernalia loca del directo, tal y como son en realidad. Amigos, al fin y al cabo. Con sus más y sus menos, complementarios en todos los sentidos y con un objetivo claro del que no parecen desviar sus mentes jamás: hacer que Varry Brava sea algo grande. Creen en el proyecto de una manera obsesiva y contagiosa. Los que les seguimos desde hace años, lo hemos notado: el cambio, la épica, la evolución natural atada a la llegada de la madurez. Varry Brava se desmarca poco a poco de su etiqueta de grupo fiestero, con letras sencillas y estribillos repetitivos, para brillar con temas más elaborados, con algún mensaje crítico y plagados de dobles sentidos. Baile con contenido. Diversión con un toque de intensidad emocional. Y un sonido mucho más trabajado. 

Cuando sacaron "Safari Emocional" algunos nos preguntamos cómo iban a adaptarlo al directo al que nos tienen acostumbrados. Escuchando algunas baladas o medios tiempos, era difícil visualizar la energía incesante que terminaba por hacerte sudar, gritar y saltar como si no hubiera un mañana. Sin embargo, han logrado mantener el ritmo frenético, encajando cada tema de la manera más inteligente. Dan pocos o ningún respiro a lo largo de la hora y media de repertorio. Sólo hace falta mirar alrededor y ver las sonrisas de la gente, las caras de evasión y los brazos arriba. Desde los primeros acordes de "NingunoDos" ya se nota cómo burbujea algo en el ambiente que va a terminar hirviendo en cualquier momento. "Sonia y Selena" desatan las melenas y "Callada" con su final instrumental y los solos de guitarra, te agarra la fibra y no te la suelta. Brutal es la palabra que se te pasa por la cabeza después de enlazar "Fantasmas" y "Radioactivo" en un fin de fiesta colosal con el aliento perdido en algún lugar de la pista. 


En Barcelona han terminado su gira por salas y ahora se meten de lleno en la temporada de festivales.   Van a rodar incansables este verano el cual, seguro, van a llenar de la adrenalina que llevan prescribiendo desde los inicios. 


Esther M. Piedrafita

Standstill, canción sin fin (y el adiós)

Que son una de las bandas más influyentes de la música indie nacional nadie lo pone en cuestión. Y decimos "son", en presente, porque nos negamos a usar el pasado con ellos, aunque ya se hayan ido. Sí, Standstill lo dejan, se separan, desaparecen de los escenarios como banda (aunque algunos de sus componentes seguirán mimando instrumentos en otros proyectos) pero su estela de emociones empaquetadas en canciones sobrecogedoras seguirá presente, seguirá tatuada en cada una de las personas que hemos conectado con ese alma impetuosa e intensa que derrochan en cada uno de sus directos. Se van pero dejan pedacitos de brillo en todas esas bandas que quisieron ser como ellos, que se alimentaron de su arte. Se van pero a lo grande y rodeados de muchos amigos que les vieron nacer, les vieron crecer y les han visto decir adiós. 
Nosotros asistimos al primero de los dos últimos conciertos que ofrecieron en Barcelona como cierre de una larga etapa de veinte años probando, buscando, creciendo, cambiando, encontrando y regalando. La emoción fue incontenible y se contagió de arriba a abajo y de abajo a arriba. Fue inevitable mirar las caras de los asistentes e imaginar lo que estarían sintiendo. Porque si las canciones van atadas a recuerdos, cada una de esas caras que abarrotaban la sala Apolo estaba volviendo a aquellos recuerdos y los estaba viviendo como si fuera la última vez que los pudiera rememorar. Igual que Standstill tocaban los instrumentos como si fuera la última vez que lo iban a hacer. Quizá era esa la sensación general, la de estar de alegre funeral, aferrándonos a los últimos minutos antes de que llegue el cambio inevitable. Un cambio que nadie sabe dónde llevará. Algunos prefieren decir "hasta luego" e imaginar esta separación como un largo periodo de silencio. Otros simplemente inventaremos un plan para escapar hacia adelante, con este sol de invierno... y seguiremos cantando que la vida es domingo, canción sin fin. 

Esther M. Piedrafita